10.17.2009

No hay nada en el mundo tan común como la ignorancia y la charlataneria

Cuando estaba en la Universidad, me gustanban mucho Los Charlatanes, Es decir The Charlatans. Era como la fiebre del Baggy y mientas mas histericamente bailable se volvia el pop, mejor. The only one I know y todo eso.

Pero lo que nunca podre soportar es a los reales charlatanes.

Word Reference define la palabra Charlatán de la siguiente forma:

  1. Que habla mucho y sin sentido.
  1. Que habla sin discreción.
  1. Embaucador: aquel adivino resultó ser un charlatán.
  1. [Vendedor] ambulante que anuncia su mercancía voceándola.

Wikipedia es más descriptiva y lo define como “una persona que practica algún tipo de estafa con el fin de conseguir beneficio económico o alguna otra ventaja mediante el engaño”. También señala que “todo charlatán debe tener alguna habilidad especial; la más común es el don de la palabra, mediante la que logra embaucar a su audiencia, por lo general inculta en la temática que el charlatán postula.”

Personalmente agregaría que los charlatanes, en su discurso, pretenden creer y hacer creer situaciones y vidas que les gustarían vivir, y que quizás podrían lograr, pero a veces el apuro es tan grande que es mejor simplificar y crear la ilusión. Es barato, requiere menos esfuerzo y es más rápido.

Y todo esto debe llevar una altísima cuota de desvergüenza y desatino: esta gente no sabe cuando parar.

En mi vida he conocido más de un par de estos tipos. Es bastante extraño, hay gente que tiene –tenemos- como un sentido bastante desarrollado para detectar estas fanfarronas presencias. Por otro lado, están quienes no podrían detectarlos ni aunque se lo estuvieran gritando.

Hace algunos años conocí a Alberto, un charlatán de la peor estofa. Tenía un manejo bastante fluido del lenguaje, pero no por eso demasiado acertado. Con frecuencia utilizaba palabra que no tenía nada que ver con lo que estaba diciendo. Palabras altisonantes y rimbombantes, generalmente con un uso equivocado y que se convertían en declaraciones bastante ridículas, al pasa por el más pequeño análisis.

Sin ser demasiado listo, uno podía comprender que la mitad de las cosas y de los juicios que emitía, provenían de películas que probablemente había visto mil veces. Además de Farsante, ni siquiera tenía opinión propia.

Siempre hablaba de su –mítica- estadía en Boston por una temporada y su paso por la universidad de esa ciudad. Cuando relataba su estadía, utilizaba términos como “room-mates”, “meeting” y “My Pals”, para darle una consistencia mucho más situacional a las fantasías que relataba.

Finalmente, el dato real es que si había residido en Boston, pero como no parte de la comunidad académica universitaria, sino que de un curso de 3 meses de ingles intensivo –el que era una vergüenza, porque lo hablaba pésimo considerando que había estado in situ aprendiendo- y que había trabajado para poder subsistir durante ese tiempo, algo que no tiene nada de malo, si no fuera porque cada cierto tiempo declaraba “haber estado haciendo estudios de marketing en el extranjero”. Quizás ese era el nombre le dan en Boston a vender jugos y pasteles en un boliche.

Internacionalmente farsante.

El casado pololo inconformista.

Cuando recién llegue al lugar donde trabajo, veía contantemente a un personaje que tenía una actitud como de “yo sé cosas que ustedes no”. Pensé que quizás era la inaccesibilidad y seguridad que podía dar el llevar años en un mismo lugar, ser destacado en su área o algo similar.

Pero la verdad era otra.

No llevaba mucho más tiempo que yo en ese lugar y cuando comencé a cruzar palabras con él, siempre decía que “no le gustaba este trabajo”, que tenía “una oferta para una subgerencia de Marketing” en algún lado fantasma y que probablemente se iría rápido de aca.

Ademas, era un inconformista crónico. Siempre estaba quejándose de algo.

De lo bajo de su sueldo –que según algunos era bastante abultado considerando lo poco que hacia efectivamente-, que el teléfono que se había comprado el dia anterior no le gustaba, que había dejado un trabajo soñado para vivir la vida y un largo, pero largo etc.

Nunca terminaba de entender las cosas que contaba, pues siempre tenia una actualización mas extraña de alguna bizarra historia anterior.

Siempre hablaba de su soltería, aunque de cuando en cuando su esposa –con la que vivía- llevaba a su hijos a verlo.

Una vez me lo encontré en el ascensor y me conto que su polola le había regalado no se que.

-Tu señora – le dije.

- No, mi polola.

- ¿Como tu polola?

- Si, mi polola. No mi esposa –me dijo muy socarronamente.

Esa era como un discurso recurrente: Siempre dejaba rebotando la pelota. Como dejando al resto decidir si patearla o no. No recuerdo cuando fue la ultima vez que escuche algo que pudiese pensar que era cierto viniendo de el.

Y al parecer no era una impresión solo mia.

Siempre tenia descuentos en todos lados, conocía los mejores lugares, los mejores estacionamientos, había estado en las mejores fiestas, había bebido los mejores vinos. Pero todas las bendiciones de la vida cotidiana, no le habían ayudado a encontrar “el mejor trabajo”. Es raro como se confabula la vida en contra de los embaucadores.

Por lo visto, la farsantería se mueve en planos en los que el resto no puede comprobar. Hablan de citas lejanas, lugares desconocidos, lenguajes extraños.

Todo esto en el mundo imaginario de la farsantería: Otra historia, otra familia, otra vida.

Localmente farsante.